61. Lovecraft y el horror cósmico
El miedo a lo inconmesurable, lo desconocido y lo incomprensible
Voy a decir una perogrullada: no soy muy fan del horror cósmico porque me da mucho miedo.
Es una perogrullada porque precisamente lo que buscamos los amantes del terror es pasar miedo, sentir ese cosquilleo en la nuca, esa inquietud e incomodidad.
Pero el horror cósmico me da auténtico vértigo.
Y es su cometido, en realidad. Es de lo que va el horror cósmico.
Por eso los personajes de las obras de Lovecraft, creador de este tipo de horror, acaban enloquecidos ante los horrores que presencian.
Cultos ocultistas, seres de otras dimensiones, posesiones astrales, espacios infinitos... todo ello encaminado a recordarle al ser humano que, en realidad, es insignificante, apenas una mota de polvo frente a todo lo que hay en el universo
Todo esto se concentra en los Mitos de Cthulhu, la obra que desarrolló Lovecraft entre 1920 y 1935, y que cien años después conserva esa capacidad de aterrar ante el pensamiento de que existe una realidad cósmica, un abismo lleno de horrores que te atrapará si te atreves a asomarte a él.
No puedo evitar acordarme de la frase de Nietszche:
«Si miras fijamente al abismo, el abismo te devuelve la mirada.»
Vamos a ver algunas de las influencias de Lovecraft en la cultura popular:
1. El subgénero del terror cósmico
Para Lovecraft el horror reside en lo incomprensible y vasto, como seres de otras dimensiones o dioses indiferentes al sufrimiento humano. Este concepto se encuentra en películas como La cosa (1982), La niebla (2007), y El vacío (2016), que exploran el miedo a lo desconocido y la insignificancia humana frente al cosmos.
2. El Necronomicón y los textos prohibidos
Libros ficticios como el Necronomicón, inventados por Lovecraft, se convirtieron en un tropo común en el cine de terror. Algunos ejemplos son la saga Evil Dead (1981), donde el «Libro de los Muertos» desata horrores, y La novena puerta (1999), centrada en un texto esotérico con poderes oscuros.
3. Criaturas indescriptibles y deformidades
Lovecraft describía criaturas tan extrañas que eran imposibles de visualizar con precisión, lo que influenció diseños de monstruos en el cine. Los tentáculos, ojos múltiples y anatomías imposibles aparecen en obras como Hellboy (2004), La cosa, y Cloverfield (2008).
4. La locura como tema recurrente
Los protagonistas de Lovecraft a menudo pierden la cordura al enfrentarse a lo incomprensible. Este tema se refleja en películas como En la boca del miedo (1994), de John Carpenter, y en videojuegos como Bloodborne (2015), donde la locura es una mecánica central.
5. Influencias directas en cineastas y escritores
Directores como Guillermo del Toro, Stuart Gordon (Re-Animator, Dagon), y John Carpenter han citado a Lovecraft como una influencia directa. Del Toro, por ejemplo, intentó durante años adaptar En las montañas de la locura. Lovecraft también influyó en escritores como Stephen King, quien reconoce su impacto en su estilo y temas (Revival, It, Tommyknockers...)
“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. Pocos psicólogos pondrán en duda esta verdad; y su reconocida exactitud garantiza en todas las épocas la autenticidad y dignidad del relato de horror preternatural como género literario”.
H.P. Lovecraft

Las olas golpeaban las rocas en la costa de Almaris. Los lugareños contaban que las noches sin luna, la marea traía cánticos que revoloteaban en la espuma blanca en lugar de peces.
Me decidí a documentarlo, armada con una libreta y una linterna.
El aire era pesado. Estaba cargado de un hedor salino que parecía burbujear desde las profundidades.
La superficie del agua ondeaba como si respirara y entonces lo escuché.
Un canto gutural, polifónico, inhumando, terrible.
Miles de voces murmurando en idiomas antiguos, desconocidos y ya olvidados.
Me levanté y caminé hacia la orilla. La abominable melodía penetraba en los recovecos más oscuros de mi mente y se acomodaba allí, tirando de los hilos de mis pensamientos más abyectos y fatalistas.
Una figura emergió de la espuma.
No era un hombre. No era un pez. Era una profanación de la naturaleza que combinaba ambos de una forma imposible, con brazos retorcidos como algas, ojos húmedos y blandos y escamas rosadas sobre una piel que parecía suave y áspera al mismo tiempo.
No venía solo.
Tras él, una colosal masa de carne y tentáculos rompió la superficie del agua generando caos en la blanca espuma. En el centro de aquel amalgama viscoso brillaba un resplandor verde que iluminó mi mente.
Era Edrak-Zuun, el Vigilante de las Corrientes.
Y me mostró el inevitable Despertar.
Océanos que se tragaban continentes con furiosa voracidad. Cielos rasgados por monstruos alados de aliento de fuego y piel venenosa. Hombres como larvas insignificantes en mitad del caos y la confusión, aplastados por agonizantes seres deformes que brotaban de las profundidades de la tierra y del mar.
Quise correr pero no pude.
Las aguas me reclamaron. El mar me arropó. Antes de caer en la oscuridad, vi algo vivo que cubría la existencia que conocemos para tragársela y generar nuevas dimensiones.
Me encontraron al amanecer, con la mirada perdida en el mar, balbuceando.
Edrak-Zuun aún espera, paciente, bajo el abismo insondable.
Gran relatito. Y me has hecho pensar si hay un subgénero de terror que me dé mucho miedo. Ya llegaré a alguna conclusión.
Ufff, este estuvo bueno, bueno.
El terror cósmico me da un poco de asco, pero me atrae mucho el parentesco que tiene con la fantasía oscura, a veces copio el estilo para escribir algo que de miedo.