No sé tú, pero siempre me han parecido terribles esas canciones de cuna que con un soniquete dulce e infantil amenazan al niño con ser devorado por un ser extraño llamado el Coco si no se duermen.
Goya tiene una lámina preciosa que representa muy bien la escena que se me viene a la cabeza cuando escucho la nana del Coco.
El origen del Coco tal como lo conocemos hoy está en España y hay unos versos del siglo XV que lo atestiguan:
Tanto me dieron de poco
que de puro miedo temo,
como los niños de cuna
que les dicen ¡cata el coco!…
A lo largo de 500 años han aparecido decenas de canciones y poemas con el Coco como protagonista.
No sabemos cuál se supone que es su aspecto y eso lo hace aún más aterrador.
¿Qué aparece en la mente de un niño cuando se lo amenaza con que el Coco se lo va a comer si no se duerme?
Imagino que el temor más grande que tenga.
¿No es cruel provocar ese miedo irracional y desconocido en un niño?
¿Cómo pretendes que se duerma después de decirle eso?
De hecho, hay una escena de Los Simpsons muy apropiada en el primer capítulo de la primera temporada:
¿Crees que Maggie durmió bien? 🤔
Por último, no me resisto a enseñarte unos versos finales del Quijote con uno de los epitafios que se le dedicaron.
Yace aquí el hidalgo fuerte
que a tanto estremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco,
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco
“… fue el espantajo y el coco del mundo…”1
Pobre Don Quijote.
Aunque más pena da la protagonista del relato de esta semana…

María no conseguía que el niño se durmiera.
Había probado todos los remedios que le habían aconsejado.
Incluso el de dejarlo llorar hasta que se durmiera por cansancio, pese a que le pareciera una crueldad muy cerca de la tortura y el maltrato.
El niño no estaba enfermo.
El niño estaba perfectamente.
El niño se hartaba de jugar durante el día.
Ella era la que necesitaba dormir y no podía.
Una madrugada, María, apoyada en los barrotes de la cuna, empezó a cantar:
“Duérmete niño, duérmete ya,
que viene el Coco y te comerá”
Se quedó traspuesta, como si la nana hubiera tenido más efecto en ella que en el pequeño.
Cuando abrió los ojos, ya no escuchaba los gorgoritos del niño.
Tampoco percibía el olor a talco de sus pañales.
Cuando palpó el interior de la cuna, tocó una de sus piernecitas regordetas.
Lo único que había dejado el Coco antes de escabullirse en las sombras.
Parte 2, Capítulo 74
Durante un mágico momento he pensado que como la que se dormía era ella, el coco se la comía a ella. Ahí lo dejo.
Nota mental: Cero canciones del Coco.