Ya he hablado en varias ocasiones del tema de los niños en el terror, de cómo corromper la inocencia que representan convirtiéndolos en demonios o en asesinos remueve de una forma casi instintiva.
Pues algo parecido pasa con los abuelos.
En mi caso, siempre he tenido buenas experiencias con la gente mayor.
He querido mucho, muchísimo, a mis abuelos y también he trabajado como cuidadora de unos ancianos encantadores.
Por eso me choca mucho ver abuelos asesinos o poseídos.
Los ancianos deberían representar la sabiduría de la vejez, la tranquilidad tras toda una vida de trabajo, lo entrañable, lo hogareño…
Por eso, cuando el abuelo se levanta con un hacha en la mano para matarte, se te descoloca la mente.
O cuando la abuela grita y ríe poseída por un demonio y quiere hacer un pastel de carne contigo.
Al igual que pasa con los niños, el ser indefenso se convierte en alguien que quiere acabar con tu vida y la sensación de inseguridad y de que el mundo se ha vuelto loco se multiplica por mil.
Se supone que hay que respetar y honrar a nuestros mayores, pero los de estas películas lo ponen un poco difícil.
The Visit (2015)
Creo que he escrito este post solo para hablarte de esta película que transforma la figura de los abuelos en una fuente de puro terror. Los niños, enviados por su madre a pasar las vacaciones con los abuelos, comprueban que éstos tienen comportamientos inquietantes que van en aumento hasta que se desata la locura. La vulnerabilidad de la vejez se convierte aquí en una máscara aterradora y siniestra. Además, es un foot footage, lo que para mí añade un extra de miedo.
Frightmare (1974)
Esta joya del cine de terror británico lleva el concepto de la tercera edad al extremo. Dorothy Yates acaba de salir de un asilo con cierto gusto por comer carne humana cruda y su esposo Edmund la encubrirá. En esta peli los abuelos, con su aparente fragilidad, son un vehículo perfecto para el horror más visceral e inesperado.
Los ancianos (2022)
Aquí un grupo de ancianos se rebelan contra los más jóvenes en un pueblo aislado. La película retrata la vejez como una fuerza inquietante y desbordante, en la que el resentimiento hacia las nuevas generaciones se convierte en una amenaza física y psicológica. Una reflexión aterradora sobre el envejecimiento y la decadencia. Visto así da para chiste del abuelo Simpson agitando el puño hacia una nube, pero ojo con la peli, en especial si trabajas en una residencia de ancianos…
La matanza de Texas (1974)
Toda Sawyer está llena de horrores, pero el abuelo Sawyer es especialmente macabro y grotesco. A pesar de su fragilidad y apariencia casi inanimada, su papel como patriarca de una familia caníbal marca una herencia de violencia y corrupción. Es decir, si esa familia está cucú y se dedica a lo que se dedica, es porque les viene del decrépito abuelo sentado a la mesa.
El día de la madre (1980)
En esta perturbadora película, la madre de dos psicópatas manipula y controla a sus hijos en una espiral de violencia y crueldad al más puro estilo ochentero. Su edad y apariencia maternal contrastan con su despiadada mente maestra, lo que la convierte en una señora aterradora. La escena en la que contempla orgullosa cómo torturan y violan a una chica te hace apartar la mirada.
En el relato de esta semana, una niña juega a los pies de su abuela dormida. A ver qué pasa.

La abuela se balanceaba en su mecedora, con la barbilla apoyada en el pecho y los ojos cerrados.
A sus pies, la niña jugaba con una muñeca.
La vestía y la desvestía una y otra vez.
Hablaba con ella en voz baja para no despertar a la abuela, tal como le había pedido su madre antes de irse a hacer la compra.
De vez en cuando, alzaba la mirada para comprobar que seguía dormida.
En una de esas ocasiones, la abuela abrió los ojos.
La niña se sobresaltó porque los abrió mucho, mucho.
Tanto, que daba miedo, porque parecía que a la abuela le pasaba algo malo.
Tanto, que solo podría centrar la mirada en esos enloquecidos ojos brillantes.
Tanto, que no vio cómo la abuela levantaba las garras del reposabrazos de la mecedora para enganchar sus cabellos y levantarla en el aire.
En ese momento, la niña reaccionó.
Cuando la madre volvió a casa, la abuela estaba caída en el suelo de espaldas y la niña devoraba sus ojos.
Mi relación con mis abuelas nunca fue buena. De hecho me daba ansiedad escucharla por los pasillos o que me llamase sin razón aparente, así que a mí no me parece descabellado que los abuelos den miedo 😅 Recuerdo a algunos amigos contentos de ver a sus abuelos porque que si les daban dinero o chiches a escondidas, pero que también les daban muchos abrazos y los con sentían, y a mí me parecían relatos de fantasía, en plan «pero vuestros abuelos os quieren?? Eso es lo normal?»